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Altitud y Origen: Cómo la Elevación Afecta el Sabor del Café

Altitud y Origen: Cómo la Elevación Afecta el Sabor del Café

La altitud y el origen son factores fundamentales que determinan las características sensoriales de una taza de café. A medida que el cafeto se cultiva a mayor altura sobre el nivel del mar, las temperaturas más frías y los ciclos diurnos más largos ralentizan el desarrollo de los frutos. Este crecimiento lento permite que los azúres complejos y los ácidos orgánicos se acumulen en los granos, aumentando su densidad y promoviendo sabores más complejos. Estudios agronómicos muestran que cafés cultivados entre 1600 y 2000 m s.n.m. pueden tener contenidos de ácidos clorogénicos hasta un 15 % superiores a los de cultivos a 900 m, lo cual se traduce en una acidez cítrica y floral más pronunciada en la taza.

Además de la altura, el origen geográfico implica diferencias en el clima, el suelo y las variedades cultivadas. En regiones volcánicas como Antigua en Guatemala, suelos ricos en minerales y microclimas templados producen cafés con cuerpo medio, notas de cacao y final dulce. En contraste, cafés etíopes de Sidamo, cultivados a alturas de 1800–2100 m, destacan por notas de jazmín, bergamota y acidez brillante debido a las temperaturas frescas y las variedades autóctonas. La latitud también influye: zonas cercanas al ecuador reciben una irradiación solar constante que favorece la fotosíntesis; combinada con noches frías en altitudes elevadas, esto crea un estrés moderado que favorece la síntesis de compuestos aromáticos.

La densidad del grano resultante tiene implicaciones para el tueste. Granos de alta densidad requieren una aplicación de calor más agresiva al principio para penetrar el interior, pero también un manejo cuidadoso de la tasa de ascenso para evitar quemar el exterior. Un perfil de tueste para un café de 1900 m puede empezar con una carga a 185 °C, incrementando la temperatura a 205 °C en 5 minutos y extendiendo la fase de desarrollo a 2 minutos después del primer crack para realzar la acidez. Granos de baja densidad provenientes de altitudes de 900 m, más porosos, requieren temperaturas iniciales más bajas y tiempos de tueste más cortos para preservar los azúres y evitar sabores planos.

El método de procesamiento, también ligado al origen, contribuye a las notas finales. Cafés lavados centroamericanos tienden a enfatizar la claridad y la acidez, mientras que los cafés naturales etíopes destacan la fruta y el dulzor. En Brasil, donde la mayor parte del café se cultiva entre 800 y 1200 m, el procesamiento natural y honey produce perfiles con cuerpo, notas a nuez y chocolate. Por otro lado, microlotes colombianos de Nariño a 2200 m, procesados de manera lavada con fermentaciones controladas, producen tazas con acidez punzante y aroma floral.

Finalmente, comprender cómo interactúan la altitud y el origen permite a los baristas y consumidores tomar decisiones informadas al seleccionar y preparar cafés. Si buscas una taza brillante y aromática, elige granos de origen único cultivados a más de 1700 m, y emplea métodos de preparación que resalten la acidez, como la pour-over; usa proporciones de 60 g/L, agua a 92 °C y tiempos de extracción de 2:30‑3 minutos. Si prefieres un perfil más dulce y suave, opta por cafés de altitudes moderadas y orígenes con procesamiento natural; en espresso, utiliza 18 g de café para 36 g de extracción en 28 segundos con agua a 93 °C. Este entendimiento de terroir y altitud no solo enriquece la experiencia sensorial, sino que también promueve prácticas de compra más conscientes hacia productores de regiones diversas.